Dimensiones de la crisis
Durante la actualidad nos encontramos en un mundo lleno de crisis por todos lados, que han ido degradando al planeta. Estas conforman una inercia de largo aliento.
Dos fenómenos encabezaban esta crisis de civilización:
El calentamiento global y el fin de la era del petróleo.
La gran aceleración: el siglo XX
El hábitat planetario ha sufrido una creciente presión por parte de la especie humana.
La población humana, por ejemplo, se incrementó más de cuatro veces entre 1900 y 2000, al pasar de 1.6 mil millones a más de 6 mil millones.
La energía utilizada en el siglo XX ha sido mayor que la utilizada a lo largo de toda la historia de la especie.
El uso del agua se elevó nueve veces; el incremento del bióxido de carbono (CO2), el principal contaminante atmosférico.
Los autos y las reses se pueden considerar dos de los principales iconos del siglo XX.
El gran evento más reciente que ha acompañado a todo lo anterior ha sido el de la producción de desechos: la excreción de materiales, sustancias, agua utilizada, radiaciones, genomas alterados y basura.
Y en todo esto los seres humanos han sido los protagonistas.
Los impactos de un "experimento sin control"
Dos fenómenos destacan: el mayor poder de transformación adquirido por los seres humanos a partir del uso de los combustibles fósiles (incluyendo la energía nuclear) y la lógica o racionalidad que ha dominado y que hoy alcanza su máxima expresión, la cual está basada en una voracidad insaciable: la de la acumulación, concentración y centralización de capital.
El "experimento incontrolable" que caracteriza al metabolismo industrial se explica entonces por los mecanismos insaciables de un mercado dominado por el capital que echa mano de un gigantesco poder de transformación, cada vez más acrecentado por la innovación científica y tecnológica.
La huella ecológica la inercia de la era industrial
La Huella Ecológica es una herramienta de contabilidad de recursos que ayuda a los países a entender su balance ecológico, y les da los datos necesarios para manejar sus recursos y asegurar su futuro.
¿Otro muno es realmente posible?
No hay pues solución económica, tecnológica, energética, social, política, institucional, epistemológica o ambiental. Si hay fuerzas que enarbolan el lema de que "otro mundo es posible", es decir que las crisis son superables, entonces ese mundo visualizado debe construirse sobre la justicia social, el respeto a la naturaleza, la re-configuración de los sistemas financieros, el cambio de fuentes energéticas, la autogestión local y regional, la creación de nuevas tecnologías y sistemas de conocimientos, etcétera.
El poder social se construye poniendo en juego tres elementos: la solidaridad, la organización y el conocimiento científico y tecnológico, en proyectos concretos. Cada uno de ellos es necesario pero no suficiente. Ello implica gestar modos alternativos de vida basados en la autogestión, la autosuficiencia, la diversidad, la democracia participativa y la equidad, por medio de los cuales los individuos, las familias, las comunidades recuperan el control sobre los procesos que les afectan, es decir, disminuyen el riesgo al que los ha condenado a vivir la sociedad dominada por el capital.
La "micropolítica doméstica"
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